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Última actualización: 20 de diciembre de 2024
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¡No soy monedita de oro!

8 de junio de 2017
¡No soy monedita de oro!

Las reglas de cortesía y la cordialidad son elementos que contribuyen a fortalecer el clima organizacional armónico. De hecho, en una amplia gama de organizaciones, desde las corporaciones hasta las medianas y pequeñas, valores como el respeto y hacer lo correcto resultan cruciales para mantener el equilibrio en las relaciones humanas, esencial para la convivencia.

Con frecuencia, entre jefes y colaboradores, o bien, entre compañeros del mismo equipo o con otros, aparece el llamado sesgo de cortesía que lubrica las interacciones entre los individuos. Se expresa en el plano del lenguaje verbal y no verbal a través de afirmaciones; es decir, respondiendo que “sí” a todo.

Por ejemplo, respondemos sí:
•    Cuando recibimos una solicitud sin importar la hora.
•    Cuando hay que cumplir con un compromiso establecido por el líder, aunque rebase nuestras posibilidades, recursos y habilidad.
•    Cuando se trata de colaborar y cancelamos algún plan previamente establecido.
•    Cuando anteponemos el desempeño de una tarea, por encima de cualquier otro aspecto personal, incluso familiar.
•    Cuando tienes que resolver una situación, aparentemente crítica, en un tiempo récord.

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Responder “sí” o “con mucho gusto” puede facilitar la dinámica entre las personas; pero debemos pensar un poco en cuáles son los efectos negativos de esta conducta, especialmente, cuando deseamos responder “no” o, más aún, cuando deberíamos decir “no”.

La mayoría de las situaciones se podrían clasificar en dos categorías:
•    Las derivadas de la función y el logro de resultados.
•    Las que responder a la necesidad de encajar y pertenecer.

En el caso de las primeras, un colaborador/a puede responder repetidamente que sí incluso a peticiones descabelladas, llevándole a asumir riesgos que pueden ir desde lo físico hasta lo emocional, a fin de demostrar cierto nivel de compromiso con el desempeño o la organización.

En el caso de las segundas, las personas pueden acceder a diversos tipos de solicitudes con tal de sentir que forman parte de los grupos de amigos que surgen de forma paralela al equipo. ¿A quién no le gusta sentirse integrado y apreciado?

En cualquiera de los dos escenarios, los colaboradores deberían estar en condiciones de hacer un alto ante cualquier solicitud, realizar un análisis y responder de acuerdo con lo que es mejor en términos laborales, organizacionales, de los proyectos y del clima organizacional.

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El arte de responder “no”
Cuando un subordinado o un compañero de equipo responde “no” a una petición o se niega a acceder, automáticamente es mal visto y surgen apreciaciones que rayan en el prejuicio. Por ejemplo, tenemos que:

•    “No coopera”.
•    “Tiene pésima actitud”.
•    “Su participación en el equipo es deficiente”.
•    “Ya no tiene el compromiso de antes”.
•    “Lo que ocurre en su vida personal está deteriorando su desempeño.
•    “Está rebasado y ya no puede”.
•    “No está disponible”.

Acaso, ¿debemos responder sí a todo? Por principio de cuentas “no”. El asunto es que hay un sinfín de proyectos y actividades con los que podemos establecer compromiso y otros con los que simplemente no. Pero, ¿cómo discernirlo con claridad?

1.    Distingue lo crucial de aquello que no lo es: Es indispensable que las personas seamos capaces de mirar la diferencia. Hay proyectos que son esenciales para una organización o un equipo de trabajo y vale mucho la pena comprometerse con ellos.

2.    Comunica tu decisión con asertividad: En México, en particular, somos expertos en buscar formas de decir las cosas “sin lastimar a los demás”. Se llaman eufemismos. Si ese es el hábito, podemos aprender a decir “no” sin que resulte una confrontación. Por ejemplo, siempre hay oportunidad de responder “me encantaría formar parte de la solución para este reto, pero ahora estoy totalmente comprometido/a con…”.

3.    Aprende a gestionar el contenido social de las relaciones: Apoyar a los compañeros e incluso a los líderes, no implica hacerse cargo de sus vidas y sus carreras. En este sentido, vale más responder con amabilidad: “debo completar un compromiso previo, al finalizarlo y si me es posible, con gusto te aviso”.

4.    Elige cuáles serán tus participaciones: En especial, con los jefes, uno no puede negarse todo el tiempo a cierto tipo de peticiones que nos resultan excéntricas. Hay que alcanzar un balance, de lo contrario, la negación se puede calificar como una forma de rechazo. Lo mejor, en todo caso, es elegir de manera precisa cuando responder “no” o “sí”.

5.    Protégete de la culpa: Decir que “no” es un mecanismo de respuesta natural a una cadena de decisiones. Nadie debería experimentar emociones adversas por preferir enfocar su compromiso y esfuerzo en otros proyectos o tareas de la organización. Después de todo, “no somos monedita de oro para caerle bien a todos”.

Fuente: Amedirh