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Última actualización: 8 de marzo de 2025
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Equidad y paridad de género: hablemos de las brechas en el 2025

8 de marzo de 2025

La equidad y la paridad de género son asuntos centrales en la agenda laboral y económica de México en 2025. A pesar de los avances en materia legislativa y empresarial, persisten brechas significativas en la participación laboral, la remuneración y el acceso a oportunidades de crecimiento profesional para las mujeres. Analizar estas diferencias es clave para comprender los desafíos y las oportunidades en el camino hacia una mayor equidad de género.

En México, sólo el 46% de las mujeres de 15 años y más tiene un empleo o está en búsqueda activa de trabajo (INEGI, IMCO). Esto significa que el 54% restante no participa en el mercado laboral, al menos no en el formal. Las razones de esta situación son diversas e incluyen factores socioculturales, falta de acceso a condiciones laborales flexibles y responsabilidades de cuidado que recaen principalmente en ellas.

Este porcentaje contrasta con el de los hombres, cuya tasa de participación laboral es significativamente más alta. La menor presencia de mujeres en el mercado laboral impacta su independencia económica y al crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del país, ya que se desaprovecha el talento de una franja sustantiva de la población.

Uno de los principales factores que limita la participación femenina en el mercado laboral es la carga del trabajo no remunerado. En México, las mujeres destinan en promedio 42 horas semanales a actividades de cuidado y labores del hogar, un 121% más que los hombres (México, ¿cómo vamos’). Esto significa que más mujeres enfrentan una «doble jornada» al combinar responsabilidades domésticas con el trabajo remunerado.

La falta de políticas de conciliación entre la vida laboral y personal, así como la escasez de infraestructura de cuidados (guarderías, estancias infantiles, horarios flexibles), contribuyen a que esta situación se mantenga. Si bien algunas empresas han implementado esquemas de trabajo flexible, estas iniciativas aún no son la norma en el mercado laboral mexicano.

A nivel global, la desigualdad salarial sigue siendo un tema prioritario en la agenda de equidad de género. En México, las mujeres que trabajan en el sector formal perciben en promedio 83 pesos por cada 100 que reciben los hombres. En el sector informal, la brecha es aún más amplia, alcanzando hasta el 25% de diferencia en algunos casos (México, ¿cómo vamos?).

Las razones de esta desigualdad incluyen segregación ocupacional, diferencias en la negociación salarial y barreras estructurales que limitan el acceso de las mujeres a empleos mejor remunerados. La falta de transparencia en los salarios y la baja representación de mujeres en puestos de liderazgo también influyen en esta disparidad.

La rigidez en los esquemas laborales formales ha llevado a que más mujeres opten por empleos en la economía informal, donde pueden tener mayor flexibilidad horaria para hacer compatible el trabajo con sus responsabilidades familiares. Sin embargo, esta decisión tiene un costo: la falta de acceso a prestaciones sociales, menor estabilidad laboral y, en muchos casos, ingresos inferiores a los del sector formal.

Para reducir esta brecha, es fundamental que las empresas adopten esquemas de trabajo flexible, impulsen el teletrabajo y promuevan programas de apoyo a la maternidad y paternidad. Además, es necesario fortalecer las políticas de seguridad social para las trabajadoras informales, asegurando su acceso a servicios de salud y protección en la vejez.

Un aspecto positivo en la lucha por la equidad de género en el mundo laboral es el crecimiento de la participación femenina en cargos directivos. De acuerdo con el estudio Women in Business 2025 (Grant Thornton), el 39% de los puestos de alta dirección en México son ocupados por mujeres.

Si bien esta cifra representa un avance respecto a décadas anteriores, todavía existen barreras para que las mujeres accedan a posiciones de liderazgo. Entre los desafíos están la cultura organizacional, los sesgos de género y la falta de redes de mentoría y patrocinio. Fomentar el liderazgo femenino es clave para lograr una representación equitativa.

Dentro de la economía formal, otro fenómeno que contribuye a la brecha salarial es la diferencia en la negociación de sueldos. Mientras que el 43% de los hombres tiende a solicitar un aumento salarial, sólo el 33% de las mujeres lo hace.

Este comportamiento puede estar influenciado por factores culturales y de socialización que desalientan a las mujeres a exigir mejores condiciones laborales. Para cerrar esta brecha, es necesario promover la educación financiera y la capacitación en habilidades de negociación, así como generar entornos laborales donde la equidad salarial sea una prioridad.