Revista CREANDO VALOR RH = AMEDIRH =

Visítanos en: www.amedirh.com.mx 25 Liderazgos que confunden compromiso con sacrificio: todavía se aplaude al que trabaja hasta la medianoche y responde correos en domingo, aunque eso termine cobrando factura. Modelos de evaluación rígidos: se premia la hiperpresencia y la “disponibilidad total”, olvidando que la calidad del trabajo es más importante que las horas pegado a la silla. Culturas que penalizan la pausa o el error: es difícil hablar de bienestar cuando cuesta normalizar el cansancio o la necesidad de desacelerar. Visión fragmentada del bienestar: se arman iniciativas sueltas; un webinar, un día de home office, un bono de gimnasio… pero no existe un hilo conductor que aterrice en la cultura, en la forma de liderar o de tomar decisiones. Desconexión entre aprendizaje continuo y bienestar: Y uno más que, desde mi perspectiva, está poco explorado: la desconexión entre el desarrollo profesional y el bienestar. Aprender, crecer, reinventarse —reskilling, upskilling, lifelong learning— también son formas de cuidarnos. Lo curioso es que, cuando nos sentimos estancados o vemos que nuestro crecimiento se frena, eso deteriora nuestro bienestar. Por eso me gusta decir que aprendizaje y bienestar son aliados inseparables: mientras más crecemos y comprendemos nuestro entorno, mejor nos adaptamos y protegemos nuestra salud mental y emocional. Pero si ese aprendizaje ocurre sin contención emocional, sin acompañamiento o bajo presión constante, puede convertirse en otra fuente de estrés. El bienestar y el aprendizaje no están en extremos opuestos: se potencian mutuamente. Necesitamos entenderlos así. Cuidarnos también se aprende Una de las ideas que más comparto con directivos y equipos es que cuidarnos también se aprende. Así como entrenamos competencias técnicas, necesitamos entrenar nuestra capacidad de pausar, de escuchar, de regular emociones y de pedir ayuda. Dejar de asumir que “saber cuidar” es innato y reconocer que, igual que todo, requiere práctica y consciencia. En un taller de liderazgo que impartí, un participante narró cómo redescubrió su motivación al reconocer que no estaba atendiendo su propio desgaste emocional. Posterior al programa y con apoyo de sesiones de coaching, se atrevió a reorganizar sus prioridades y a delegar mejor. Con pequeños cambios, mejoró su salud y transformó la dinámica de su equipo. Experiencias como esta me confirman que integrar el bienestar en el proceso de liderazgo es tan importante como el dominio de las competencias profesionales. El siguiente paso: coherencia y liderazgo humano No necesitamos más iniciativas desconectadas. Necesitamos coherencia entre lo que decimos y lo que promovemos. Entre lo que medimos y lo que valoramos. Entre lo que esperamos de las personas y lo que les ofrecemos a cambio. El bienestar no es un programa: es una forma de ver el mundo, de entender las relaciones, de sostener conversaciones difíciles y de liderar con humanidad. Y quizá, como en todo proceso de transformación, lo primero que necesitamos es volver a aprender. Aprender a escucharnos, a poner límites, a conectar. Aprender de nosotros mismos, de los otros y de lo que verdaderamente importa. Porque si hay algo claro, es que el futuro del trabajo no puede construirse con personas agotadas. Y que el liderazgo del futuro —el que trasciende, el que deja huella— será cada vez más consciente, más humano y más capaz de cuidar. En ese camino, el bienestar integral, la mayor consciencia y el aprendizaje continuo se convierten en aliados indispensables para afrontar los desafíos que quedan por superar. El contenido es responsabilidad de la autor. ENFOQUE DE NEGOCIOS 1. 2. 3. 4. 5.

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