¡Con el nudo en la garganta!
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Con frecuencia, las personas nos encontramos ante situaciones que requieren de una actuación bien balanceada para salir muy bien librados de ellas. Los despidos, restablecer la confianza y la credibilidad, establecer un punto de vista y negarse a hacer nos ponen en dilemas que no siempre sabemos gestionar, resolver internamente y, menos aún, cómo comunicar.
Las emociones se colocan en primer plano y causan dificultades a la hora de establecer cuál es el mejor curso posible para dirigir la comunicación. Aprender a hacerlo de forma apropiada supone, en primer lugar, identificar algunos de esos momentos que nos hacen sentir un nudo en la garganta.
• Informar sobre un despido: Aquí tenemos una de las comunicaciones más difíciles, complejas y con mayores implicaciones. El emisor debe ser empático, al grado de ser sensible, y al mismo tiempo permanecer del lado de la organización. Aquí se vuelve crucial contar con un protocolo para hacer la desvinculación e incluso un guion que facilite la comunicación en los términos jurídicos adecuados.
• Ofrecer disculpas: El perdón es un proceso psicosocial muy complejo. Cuando las personas se equivocan puede sobrevenir una merma en la credibilidad y la confianza. Ofrecer disculpas o “hacer operación cicatriz” pone en marcha el proceso de restablecimiento de las relaciones y la reconstrucción de esos valores que quedaron lesionados.
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• Negarse a una solicitud: En la actualidad hay una inclinación, casi obligatoria a decir que sí a todo. Esto genera problemáticas organizacionales que afectan la gestión efectiva del tiempo, los compromisos y el cumplimiento. Siempre será mejor responder “con mucho gusto, dame oportunidad de analizar tu solicitud”, o bien, cuando no se tiene responsabilidad sobre el asunto, decir “te sugiero acudir con” y renviar a la persona con quien corresponde.
• Solicitar ayuda: Con frecuencia se considera que pedir ayuda equivale a ser débil. Nada más inapropiado. Aquí, lo importante es hacer la petición a la persona correcta, con actitud confiada y razonada. Levantar la mano a tiempo puede prevenir riesgos, errores y desequilibrios.
• Revocar un permiso: Las causas pueden ser muchas, desde provocadas por la persona que obtuvo el permiso hasta el hecho de que la empresa o un proyecto exigen nuevas condiciones de operación. Sin importar cuál sea la razón, se debe informar de la revocación del permiso para que el beneficiario organice su agenda de nuevo y se cumpla con todos los compromisos en la organización y en lo individual.
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Establecer protocolos para atender estas situaciones siempre resultará de gran utilidad, ya que generarán aprendizajes, se convertirán en elementos de la cultura de la empresa y ayudarán a mejorar la comunicación interna y el clima de trabajo.
Fuente: AMEDIRH
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